martes, 22 de julio de 2008

País de llorones.


Es inaudito cómo actúa este país y sus ciudadanos, o mejor dicho cómo no actúa. Cada día me sorprendo (o quizás ya no me sorprende!!!) cuando hablo con gente de distintas sensibilidades e ideologías y veo que todos tenemos un mínimo común denominador. Somos un país de quejic@s, un pais de lloron@s, por la mínima cosa que no nos agrada nos ponemos a berrear y a perder toda la fuerza por la boca. Ante una injusticia o algo a lo que no estamos de acuerdo lo único que hacemos es expresar nuestro descontento a base de pataletas, de llantinas que no desembocan en ninguna solución.


Ojo, no me mal interpreten. No quiero insinuar que las quejas ante lo que no nos gusta no sirvan para nada. Todo lo contrario, son necesarias siempre que no se queden en una simple queja o llorera. La queja sin acción es igual que el bebé que llora para que le den el pecho o le cambien los pañales. Pero resulta que la sociedad es madura al igual que sus ciudadanos y pueden saber por sí mismo qué cosas son para su bien y cuáles no. Y no necesitamos que nos traten como ciudadanos tontos, ingenuos e inmaduros. Y para conseguir esto debemos demostrar que nuestras quejas van más allá de una simple rabieta.


Es necesario que la gente comprenda que los actos surgidos de quejas ante momentos o hechos injusto es la consecución de nuestro grano de arena para el buen desarrollo de cualquier sociedad. Y esto se demuestra en otros países con mayor tradición a la hora de que los ciudadanos se involucren en mayor medida en el desarrollo de su sociedad. En España lo podemos ver en gran medida en Euskadi. Donde sus ciudadanos participan del gobierno de su comunidad y localidades con más interés que en el resto de España.


No podemos dejar que la comodidad del bienestar nos conviertan en "ciudadanos bebé", a la espera que nos lo den todo hecho y no pretender que una llantina nos dará todo lo que necesitamos. Es por ello que invito a todos a llevar más allá de una simple rabieta aquellas cosas que consideremos que no están bien y necesitan un cambio. Les animo a que utilicen las hojas de reclamación, las denuncias tanto en organismos oficiales como en medios de comunicación, las movilizaciones populares, etc., que sean necesarios para acabar con lo que nos parece injusto para el conjunto de nuestra sociedad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En El País del 27 de agosto de 2008 se publicó un extenso artículo (en la sección Vida & Arte) sobre las reclamaciones en España. Aunque se centraba básicamente en la reclamaciones a entidades bancarias, me alegró leer que cada vez es más numerosa la gente que reclama los abusos de empresas privadas y administraciones. Pero aún así sigue siendo poco, lo que permite a que estas entidades privadas o públicas nos toreen con prácticas abusivas de sus servicios.